Trabajar
la tierra fue la pasión de varios campesinos ahora ancianos o difuntos. En su
origen no se dedicaban a esto. En 1928 la
comunidad era muy chiquita, había sólo 28 casitas. Tejían sombrero para
vivir, alrededor de 40 sombreros en una
semana, el sombrero se pagaba a cinco centavos, con cinco sombreros ya teníamos
un peso, por cuarenta sombreros dos pesos, mientras tanto una maquila de maíz
costaba 11 o 12 centavos, con 2 ó 3 sombreros comprábamos una maquila de maíz,
“narraba tío Andrés.
Tiempo
después los Peral, dueños del Rancho de La
Junta, Rancho EL Moral, y Rancho Castillo, empezaron abrir zanjones,
transformaron los terrenos riego y empezó la siembra de anís. Era el
objetivo de los mestizos. -“El que ya no
quiera sembrar anís le recogemos la tierra y váyanse a vivir donde quieran o
puedan, ni ponen su casa en mi terreno” –decían los españoles a sus peones.
Hicieron negocio con el anís y cuidaban
su dinero. –agrega nuestro interlocutor.
En una entrevista con Tía Toña Ramos, con 102 años de edad, agregó: en el Rancho había mucha agua, por tanta agua, muchos medieros que trabajaban con don Peral. El señor Peral era un hombre muy bueno. Se sembraba trigo, anís, maíz, chile, garbanzo, comino.
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